¿CUIDADO INVISIBLE O CUIDADO HUMANIZADO? EN EL COTIDIANO ENFERMERA
Autora: Enfermera María Paulina
Tello Delgado.
INSN-Lima
Perú.
Resumen
En
este ensayo se presenta una aproximación
a esa dimensión del cuidado enfermera en
su cotidiano, ese cuidado que resulta invisible, que no se mide, ni aparece
registrado, un cuidado que tiene que ver con la dimensión más humana de la
enfermería. Cuidado invisible se entiende como un conjunto de intervenciones fruto de la observación atenta, la
empatía, el conocimiento y la experiencia, que llevan a las enfermeras a la
elaboración de juicios profesionales y éticos deliberados, altamente
centrados en las necesidades
de cada “ser cuidado”. Intervenciones que a menudo no son registradas ni valoradas
institucionalmente, sin embargo, ocupan tiempo de trabajo y sobre todo, tienen un impacto positivo en el bienestar,
autonomía y seguridad de las personas a quienes se brinda el cuidado. Ese
cuidado diferenciado para cada etapa de la vida, desde un recién nacido, hasta la senectud; un cuidado
para la vida o para la trascendencia de
la muerte, allí está la enfermera presente, silenciosa, solícita, pero a la vez
invisible, generando conocimiento, respeto y ayuda mutua, rescatando siempre la
dignidad humana dentro de un marco de amor.
Palabras
clave. Cuidado, cuidado invisible, enfermera.
¿CUIDADO INVISIBLE O CUIDADO HUMANIZADO? EN EL COTIDIANO
ENFERMERA
Introducción
“La
meta de enfermería en sí es brindar cuidado,
Pero,
esto no tiene sentido si no se comprende
en
esencia el significado de Cuidar”
Nelly
Rivera
En
las ciencias médicas aun persiste la orientación biologísta, dirigida hacia la
curación, hacia la resolución física
de la patología. Sin embargo, en las últimas décadas se está abordando
sobre el cuidado humanizado, dentro del cual se enmarca el cuidado invisible,
término poco difundido en nuestro contexto.
Cuidado
invisible se entiende como un
conjunto de intervenciones fruto de la observación atenta, la empatía, el
conocimiento y la experiencia, que llevan a las enfermeras a la elaboración de
juicios profesionales y éticos deliberados, altamente
centrados en las necesidades
de cada “ser cuidado”. Dichas intervenciones a menudo no son registradas
ni valoradas institucionalmente, sin embargo, ocupan tiempo de trabajo y sobre
todo, tienen un impacto positivo en el
bienestar, autonomía y seguridad de las personas a quienes se brinda el cuidado,
(Huércanos, 2010).
Ese cuidado diferenciado para cada etapa de la
vida del ser humano, desde un recién
nacido, hasta la senectud; un cuidado para la vida o para la trascendencia de la muerte, allí está la
enfermera presente, silenciosa, solícita, pero a la vez, invisible
su actuar.
Por lo tanto no se reconoce
aquella palmadita de aliento a una madre
desconsolada, o el acomodar de una
almohada, cuidar la intimidad y el confort, mostrar disponibilidad,
acompañamiento, dar un abrazo, una caricia a un niño asustado y solitario en un
ambiente hospitalario desconocido, o responder con sonrisas a la sonrisa de un niño, juguetear con él,
haciendo más llevadero la enfermedad y disipar
un poco la pena y sufrimiento por el alejamiento de su hogar, de su
familia; conjugar sus lagrimas con ternura, consolarlo, fortalecerlo ante el
dolor físico por un tratamiento o procedimiento invasivo, velar su sueño en las
noches frías de invierno o en los
cálidos veranos, “como
lo hace una madre”, o algún momento ser las piernas o brazos de
aquel anciano desvalido; es decir estar siempre en disposición de mostrar una
presencia amorosa, no solo de cuidadora, si no de madre, amiga o hermana, teniendo siempre respeto por
la manera de sentir y de vivir de cada una de las personas cuidadas, sin dejar
de ser ella misma.
En uno de tantos día de cuidar a niños y a sus
madres de diferentes partes de nuestro país, vi a una madre, sentada, triste
con la cara entre las manos, un poco desgreñada, la toque sobre el hombre y le
pregunté ¿Qué le sucede?, me miró y con el seño fruncido me contestó “extraño
mi tierra, mi casa, el aire fresco, el sol radiante de las mañanas que aparece
tras las montañas, también extraño el canto de los pajaritos (sonríe
tenuemente; vivo cerca del lago, hay muchos peces a diario comemos pescado
fresco; llevo cuatro meses aquí y no sé cuantos más me quedan, me siento
cansada, no salgo a la calle, tengo miedo, no conozco a nadie, no tengo familia
aquí, finaliza diciendo todo sea por la
salud de mi hijo”(suspira profundo y calla). Escuchar a esta persona con atención
e interés es cuidar, es ayudar a liberar
su desasosiego.
Así por el estilo, si comienzo a escribir todos
los diálogos y discursos que se establece con las personas dentro de un
ambiente hospitalario en nuestro día, a día, llenaría páginas de páginas;
entonces pregunto ¿no creen que interrelacionarse, dar un poquito de nuestro
tiempo, acompañar, escuchar, dar una palabra de aliento, ayudamos a las
personas en su pesar, ayudamos a liberar sus tenciones?, Las enfermeras somos
seres humanos, por lo tanto tenemos también problemas y dificultades de diversa
índole, pero nos olvidamos de lo nuestro para ayudar a nuestro prójimo ¿no es
acaso cuidado?, lamentablemente este cuidado no se registra en ninguna parte de
la Historia clínica, por lo que queda invisible.
Así mismo
la enfermera realiza otras acciones muy profesionales, pero que no se
reflejan en ningún lugar, con lo que las propias profesionales las hacemos
invisibles (actividades de drenaje emocional, asesoría de salud, capacitación
para el auto cuidado, etc.); actividades
que demanda por parte de la enfermera un sobre esfuerzo, hasta hoy relegado al
reconocimiento institucional, a
pesar de su contribución significativa al bienestar de
las personas sanas o enfermas, (Huércanos,
2010). Sin embargo, los usuarios lo que más valoran es el trato humano,
la empatía, la comunicación y relación basada en la confianza (Bonill, 2008).
En el largo trajinar una enfermera, tiene que luchar y compatibilizar su
subjetividad, el conocimiento científico, la tecnología, en un mundo
globalizado con tendencia a la deshumanización. Si bien es cierto nuestra labor es poco reconocida, pero, en
muchas ocasiones, las enfermeras nos sentimos de alguna manera plenamente compensadas,
retribuidas, cuando recibimos una carta
de un padre o madre agradecida del cuidado recibido, un dibujo hecho con cariño por un adolescente
o niño que identifica el cuidado de la enfermera y demuestra su agradecimiento mediante garabatos a veces poco comprensibles, pero,
con ternura nos dicen “esa eres tú”. Por ejemplo para el día 30 de Agosto, en
que se celebra el día del enfermero peruano en conmemoración al nacimiento de
nuestra patrona Santa Rosa De Lima; recibimos en el servicio de cardiología
pediátrica mensajes y dibujos alusivos
como: una enfermera irradiando luz, una
paloma, un ángel, y otros más; así nos
ven los pequeños a nuestro cuidado, o nos comparan como una luz en su camino, o ángeles de la guarda. Estos regalos no tienen ningún
costo monetario, pero para nosotras las enfermeras son invalorables.
1. Cuidado
El objeto central de la enfermería es el cuidado de la experiencia de la salud
humana de personas de diferentes razas, religiones, costumbres, creencias,
nivel socioeconómico y educativo, en distintos ambientes, que son definidos por
condiciones objetivas de éstos.
El verbo cuidar tiene diferentes significados,
y connotaciones, sin embargo, para la enfermera significa preocuparse por el
otro, ese otro puede ser un niño, un anciano, una madre, un adolescente que
sufren y que necesitan ser cuidados con esmero, dedicación y sobre todo con
pasión, no entender el término compasión en el sentido de tener lástima, si
no, con esa pasión y amor hacia el
prójimo como lo hizo el buen samaritano.
Para
(Waldow, 1998), el verbo cuidar específicamente asume la connotación
de
causar inquietud, entregar la atención. Se considera el cuidado no como una
actividad o tarea realizada en el sentido de tratar una herida, aliviar el
disconfort y ayudar en una cura o aliviar una dolencia. Esto procura ir más
allá, intentando captar un sentido más amplio: “el cuidado como una forma de
expresión, de relación con el otro ser y con el mundo, como una forma de vivir
plenamente
El cuidado es un acto inherente al ser humano, el
hombre desde que nace hasta que muere es sujeto de cuidado. El cuidado se personifica en el quehacer enfermero
de manera sistemática, organizada científicamente mediante el proceso del
cuidado; es la enfermera la que permanece las 24 horas del día junto al ser
cuidado, no solo ayudándole en la recuperación o en la prevención de la
enfermedad, si no, que también contribuye en su crecimiento personal, familiar,
social y contextual y a la vez también ella
se enriquece, es decir que la ayuda es mutua, hay un efecto simbiótico
entre la cultura de ambos. Al respecto,
nos dice Waldow, 2008) que el cuidado implica desarrollo. “Cuidar integralmente
nuestra vida y la de los demás, es la mejor acción que podemos hacer para
construir un mundo mejor para todos. Buscar ir más allá, intentando captar el
sentido más amplio: el cuidado como una forma de expresión de relación con el
otro ser y con el mundo, como un modo de sobrevivir y como una expresión de
interés y cariño”pág.6
Algunos
estudiosos derivan el término cuidado del latín cura, “es sinónimo de cuidado;
la palabra cura era usada en un contexto de relación de amor y de amistad.
Expresaba actitud de cuidado, de desvelo, de preocupación y de inquietud por la
persona amada o por el objeto de estimación. Según (Boff, 1999), “Se cuida lo
que se ama, y al cuidar uno se vuelve más amoroso”. El mismo autor refiere que el
cuidado es el rescate de lo humano, de la ética básica”.
También
en este artículo, traemos a mención a Mayeroff, (2000), quien nos dice que el
cuidado es un acto de mucha responsabilidad, y compromiso, en el que se pone en
manifiesto sentimientos y valores. Según esta autora el cuidado se basa en ocho componentes:
conocimiento, ritmos alternados, paciencia, sinceridad, confianza, humildad,
esperanza y coraje.
El
conocimiento permitirá a la enfermera descubrir quién es el “el otro”, cuáles
son sus necesidades, fortaleza y
debilidades, al mismo tiempo medirá sus propios componentes personales para
poder ofrecerle un cuidado holístico. En cuanto a ritmos acelerados, nos da a
entender, que cuidar no es un hábito o un
repetir de acciones rutinarias; cuidar
significa reflexión, crítica de nuestra propia práctica en aras ser cada vez
mejores personas, mejores profesionales y estar en mejores condiciones de dar
ayuda al otro a crecer y desarrollarse. En
el cuidado que se brinde hay que demostrar paciencia y buen humor, ponerse en
la situación del otro y avanzar en su propio ritmo, demostrar respeto en todo momento, ya que es un derecho que le asiste, aceptar a ese
otro como es y no como yo quiero que sea.
El
cuidado debe ser verdadero, cuando se ofrece la ayuda al otro debe ser con toda
sinceridad y transparencia para lograr el cambio. En el cuidado hay que
demostrar confianza en sí mismo, seguridad en las cosas que hacemos y decimos,
para que el otro confíe en nosotros y nosotros en él, de tal manera que haya
libertad y tengamos respuestas
positivas, aunque esto encierra
riesgos, debemos tratar de lograr un
involucramiento con valentía y coraje.
Otro
componente importante nos dice Mareroff, es la humildad, ser humilde de corazón, es una bienaventuranza. Ser humilde
demanda conocerme a sí misma y aceptar nuestras
limitaciones, es tomar conciencia y hacer una valoración profunda del cuidado que estoy ofreciendo, para
rectificar, mejorar o fortalecerlo continuamente. Así mismo la esperanza, es
una virtud, por lo tanto al brindar cuidado,
se espera ayudar en el crecimiento al otro,
se espera desarrollar todas sus posibilidades y su máximo potencial ya sea
para recuperar totalmente su salud o adaptarse a las circunstancias y
escenarios que le toque vivir generados
por los proceso de salud-enfermedad. Ambos deben Afrontar con decisión y coraje las
circunstancias que se presentan, es
decir ser cuidado/cuidador deben estar preparados para asumir la responsabilidad
y corresponsabilidad, para ello es necesario que la enfermera desarrolle actitudes,
aptitudes, cualidades y habilidades personales y así seguir impartiendo cuidado humano.
Otros
autores como Kelly (1990), dice que el respeto y el cuidado constituyen la ética esencial de la
enfermaría; para Paes (2000), el amor es cuidado, y viceversa, a través del
cuidado se cumple la misión de ayudar, amar y dar cariño. El amor es la
expresión más alta del cuidado. Es una enseñanza divina: “amar al
prójimo como a ti mismo”.
Watson,
y Leininger son las pioneras en utilizar el término cuidado Humano. En la
actualidad hay mayor interés por rescatar el cuidado como una característica
esencial de la enfermería, porque el
mundo se está deshumanizando, hay más intereses técnicos que humanos, por lo
tanto es oportuno rescatar el cuidado humano (Watson, 1996)
El cuidado
es una característica común de todos los seres vivos. Por consiguiente, el
cuidado humano se reconoce como un concepto universal, inherente a la
humanidad. Heidegger (2009), el filósofo por excelencia del cuidado, reconoce
que éste es “una constitución ontológica, siempre subyacente a todo lo que el
ser humano emprende, proyecta y hace”.
Para este autor “el cuidado constituye el modo y la esencia del
SER, además plantea que cuidar
significa, solicitud, preocupación por el ESTAR con los demás. Al respecto, Melendo
(1999), dice:”Las personas deben asumir una actitud de cuidado permanente del
ser humano, de la sociedad, del planeta, de su cuerpo, de su salud, por que
Cuidar de nuestro cuerpo es cuidar de la vida”. pág. 11.
Con respecto
al término o vocablo cuidado, éste deriva del latín cura que en su forma más
antigua se escribía coera, y expresaba relación de amor y amistad. Para Heigger, en su obra SER Y TIEMPO, el término
expresa actitud de cuidado, de desvelo, de preocupación y de inquietud por la
persona amada o por el objeto de estimación” (Heigger cit.por Boff, 1999)
Como podemos apreciar todos los autores
mencionados coinciden en que el cuidado es la esencia del ser humano; el hombre
desde que nace es un ser de cuidado. De allí que la práctica de enfermería
supone un verdadero desafío en el que se debe conjugar la toma de decisiones
compartidas entre el cuidador (enfermera) y persona cuidada (paciente). La
enfermera es la mediadora entre el equipo de salud, el niño y los padres, es la
facilitadora del vínculo entre éstos y sus hijos, por ser la que permanece
mayor tiempo junto a la persona cuidada.
2. Cuidado Invisible
Anteriormente se habló y dio ejemplos de lo que significa cuidado invisible, aquí queremos enfatizar una vez más en
aquellas acciones que la enfermera desarrolla en su día a día al brindar el
cuidado humano, pero, que por múltiples razones o circunstancias no son
registradas por las propias profesionales, por lo tanto no son reconocidas o valoradas
institucionalmente.
La
enfermera establece una relación con la persona cuidada que va más allá de una evaluación
objetiva, muestra preocupación (interés) hacia el significado subjetivo y más
profundo de esa persona en cuanto a su propia situación de salud. Reconoce que
la hospitalización es una situación que conlleva a una alteración en el
funcionamiento de la familia, en sus
interacciones y en su contexto, (Paes, 2000). E allí el papel de la
enfermera de establecer una relación de ayuda-confianza y la aceptación de la
expresión de sentimientos positivos y negativos en el cuidado que ofrece.
3.
Enfermera
La
enfermera es una profesional que integra el equipo de salud, pero también, es
un ser humano complejo y multidimensional, y como tal reconoce al ser cuidado,
(niño, joven, adulto, anciano, hombre o mujer). Para organizar y sistematizar ese
cuidado holístico e integral usa como instrumento el Proceso de atención del
cuidado (PAE), que no es más que la aplicación del método científico, (valoración,
formulación de diagnósticos de enfermería, planificación del plan de cuidados,
ejecución y evaluación). Para ello, la
enfermera debe poseer un amplio bagaje de conocimientos, actitudes, valores,
sobre todo una gran sensibilidad humana, especialmente hoy en día en este mundo
globalizado con tendencia a la deshumanización, a la desestructuración del hombre
por su propia arbitrariedad; de todo ello se desprende la urgente necesidad de
cuidar del cuerpo y de la vida, por que cuidar del cuerpo es cuidar de la vida,
para actuar en mejores condiciones en el mundo que nos rodea.
Como
vemos a la enfermera le compete una gran
co-responsabilidad social, ya que la razón de la profesión es el cuidado. Sin
embargo, es el/la profesional menos
reconocida social y políticamente; si
nos referimos a que una persona hospitalizada supere una enfermedad en
una institución de salud de cualquier nivel, necesita un 95% de cuidados, a lo
que hacemos las siguientes interrogantes ¿Quién o quienes ofrecen ese cuidado
continuado las 24 horas del día?, ¿porque el dicho “visita de médico?, si hay
una epidemia ¿Quiénes asumen el mayor riesgo?; en la comunidad ¿no es la enfermera
la que está en contacto directo con las personas?, desarrollando actividades
preventivo promocionales, ya sea a través de los programas de salud, a través
de la educación para la salud, etc.
Por
el hecho de esa convivencia con el ser cuidado, la enfermera es la profesional de todo el equipo de salud que
conoce mejor a la persona objeto de cuidado, pero sin embargo a la hora de
hablar o ensalzar la atención en salud, o de un hecho beneficioso relevante solo se contempla como un entramado al
servicio de una única profesión, pasando inadvertida la labor de la enfermera, la
alta especificidad, la cualificación y capacitación técnica. La enfermera no es
invisible, si, existe.
Conclusiones.
1. Si
bien es cierto el cuidado es universal a todos los seres humanos, sin embargo,
es una característica que define a la enfermería, por ser una profesión de
naturaleza social. Su evidencia se
manifiesta mediante las relaciones humanas mutuas entre cuidador y ser cuidado y que va más allá de
una evaluación objetiva. Reconoce a la persona humana como una entidad única y
muy compleja.
2. Cuidar
es preocuparse, interesarse por el otro sin esperar nada a cambio, reforzar sus
capacidades, permitirle recobrar la esperanza, acompañarle en su experiencia de
salud-enfermedad. Esto se llama cuidado enfermera.
3. Cuidado
invisible es el conjunto de intervenciones desarrolladas por las enfermeras en
su cotidiano, es un cuidado que no se mide, ni aparece en los registros, un
cuidado que tiene que ver con la dimensión más humana de la enfermería.
4. Las
enfermeras deben buscar estrategias para objetivar ese cuidado invisible, y uno de los caminos
es la investigación.
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